Treinta y dos años tenía él, cuando ella
lo conoció. Unidos por la misma pasión, el teatro, el cual lo inició todo. Instantes de
constantes miradas, abrazos y frecuentes encuentros que jamás se concretaban. Ese era el día, cuando el deseo desbordaba y
las ansias mataban, era ese el preciso momento en que todo se concretaría. Y quien
lo hubiese imaginado. Más que dichosos se sentían, ella sobre todo, y no dejaba
de pensar que es mejor hacer las cosas antes de luego arrepentirse por
no haberlas hecho, pensando fue que recordó que solo tenía que esperar a
cumplir sus diez y ocho años , para sentirse … nuevamente así.
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