miércoles, 11 de septiembre de 2013

Ojalá todo fuera tan facil. Cazadores de sombras- Ciudad de Cristal

¿Estás bien?
—No lo sé —dijo él con la actitud aturdida de alguien que acaba de despertar de un sueño—. No
pensaba venir aquí. He estado deambulando por ahí toda la noche… No podía dormir… y siempre acabo
viniendo a parar aquí. A ti.

—Intentaba ir… a alguna parte —dijo él—. Pero no hacía más que verme arrastrado de vuelta aquí.
No podía dejar de andar, no podía dejar de pensar. Sobre la primera vez que te vi, y cómo después de
eso no podía olvidarte. Quería hacerlo, pero no podía. Obligué a Hodge a que me dejara ser quien fuese
en tu busca y te llevara de vuelta al Instituto. E incluso entonces, en aquella estúpida cafetería, cuando te
vi sentada en aquel sofá con Simon, incluso entonces aquello me dio la impresión de que no era lo que
tenía que ser, que… debería ser yo quien estuviese sentado contigo. Quien te hiciese reír de aquel modo.
No podía librarme de aquella sensación. De que debería ser yo. Y cuanto más te conocía, más lo sentía;
jamás me había sucedido algo así antes. Cuando había querido a una chica y había conseguido conocerla,
a continuación ya no me había interesado saber más de ella, pero contigo el sentimiento simplemente se
hizo más y más fuerte hasta esa noche cuando apareciste en Renwick y lo supe.

«Y luego averiguar que el motivo de que sintiera de ese modo… como si fueses una parte de mí que
había perdido y que jamás había sabido que me faltaba hasta que volvía verte… que el motivo era que
eras mi hermana; pareció una especie de chiste cósmico. Como si Dios me estuviese escupiendo. Ni
siquiera sé por qué; por pensar que realmente podía conseguir tenerte, que era merecedor de algo así, de
ser tan feliz. No podía imaginar qué era lo que había hecho para recibir ese castigo…
—Si tú estás siendo castigado —dijo Clary—, entonces también se me castiga a mí. Porque todas
esas cosas que sentías, las sentí también, pero no podemos… tenemos que dejar de sentir eso, porque es
nuestra única posibilidad.
Jace tenía las manos muy apretadas a los costados.
—Nuestra única posibilidad ¿de qué?
—De poder estar juntos. Porque de lo contrario no podremos estar jamás el uno cerca del otro, ni
siquiera en la misma habitación. Y no lo podré soportar. Preferiría tenerte en mi vida aunque fuese como
un hermano que no tenerte en absoluto…
—¿Y se supone que tengo que quedarme ahí sentado mientras tú sales con chicos, te enamoras de
otro, te casas…? —Su voz se crispó—. Y entretanto, yo moriré un poco más cada día, observando.
—No. Para entonces ya no te importará —dijo ella, preguntándose incluso mientras lo decía si podría
soportar la idea de un Jace a quien ella no le importara.
Clary no había pensando tan anticipadamente como él, y cuando intentó imaginarlo enamorándose de
otra persona, casándose con otra persona, ni siquiera pudo verlo, no pudo ver nada excepto un negro
túnel vacío alargándose ante ella, eternamente.
—Por favor. Si no decimos nada, si fingimos…
—No hay modo de fingir —replicó Jace con absoluta claridad—. Te amo, y te amaré hasta que me
muera, y si hay una vida después de ésta, te amaré también entonces.
Ella contuvo el aliento. Él lo había dicho… las palabras que no podían decirse. Se esforzó por dar
una respuesta, pero no encontró ninguna.
—Y sé que crees que simplemente quiero estar contigo para… para demostrarte el monstruo que soy.
Pero sé con certeza que, incluso aunque haya sangre de demonio en mi interior, también alberga sangre
humana. Y no podría amarte como lo hago si no fuese al menos un poquito humano. Porque los demonios
desea, pero no aman. Y yo…
Él se levantó entonces, con una especie de violenta brusquedad, y cruzó la habitación hacia la
ventana. Parecía perdido, tan perdido como lo había estado en el Gran Salón de pie observando el
cuerpo de Max.
—¿Jace? —llamó Clary, alarmada, y cuando él no respondió, se puso en pie a toda prisa y fue hasta
él, posando la mano en su brazo.
Él siguió mirando por la ventana; los reflejos de ambos en el cristal eran casi transparentes… los
contornos fantasmales de un muchacho alto y una chica más menuda que tenía la mano cerrada con
ansiedad sobre su manga.
—¿Qué sucede?
—No debería habértelo dicho así —dijo él, sin mirarla—. Lo siento. Probablemente es difícil de
asimilar. Parecías tan… anonadada. —La tensión era palpable en su voz.
—Lo estaba —repuso ella—. Me he pasado los últimos días preguntándome si me odiabas. Te he
visto esta noche y pensé que era así.
—¿Odiarte? —repitió él con expresión perpleja.
Alargó entonces la mano y le tocó el rostro, levemente, sólo las yemas de los dedos sobre la piel.
—Ya te dije que no podía dormir. Cuando llegue la medianoche de mañana estaremos o bien en
guerra o bajo el gobierno de Valentine. Ésta podría ser la última noche de nuestras vidas, nuestra última
noche normal y corriente. La última noche en que nos vamos a dormir y despertaremos tal y como hemos
hecho siempre. Y en todo lo que podíapensar era en que quería pasarla contigo.
A Clary el corazón le dio un vuelco.
—Jace…
—No me refiero a… —aclaró—. No te tocaré si no quieres que lo haga. Sé que está mal… Dios, está
mal… pero sólo quiero tumbarme contigo y despertar a tu lado, sólo una vez, sólo una vez en toda mi
vida. —Había desesperación en su voz—. Sólo será esta noche. En el grandioso orden de las cosas,
¿cuánto puede importar una sola noche?
«Pero piensa en cómo nos sentiremos por la mañana. Piensa en lo horrible que será fingir que no
significamos nada el uno para el otro delante de todos los demás después de que hayamos pasado la
noche juntos, incluso aunque todo lo que hagamos sea dormir. Es como tomar sólo un poquitín de una
droga… No consigue más que hacerte desear más.»
«Pero piensa en cómo nos sentiremos por la mañana. Piensa en lo horrible que será fingir que no
significamos nada el uno para el otro delante de todos los demás después de que hayamos pasado la
noche juntos, incluso aunque todo lo que hagamos sea dormir. Es como tomar sólo un poquitín de una
droga… No consigue más que hacerte desear más.»
Pero ése era el motivo de que le hubiera contado lo que le había contado, comprendió ella. Porque
para él no sería así; no había nada que pudiese empeorarlo, del mismo modo que no había nada que
pudiera mejorarlo. Lo que él sentía era tan definitivo como una cadena perpetua, ¿y podía ella afirmar
que era distinto en ella? E incluso aunque esperase que pudiera serlo, incluso si esperaba que algún día
pudiese verse persuadida por el tiempo, la razón o un desgaste natural a dejar de sentir de aquel modo,
no importaba. No había nada que hubiese querido en la vida más de lo que quería esa noche con Jace.
—Corre las cortinas, entonces, antes de venir a la cama —dijo—. No puedo dormir con tanta luz en
la habitación.
La expresión que recorrió el rostro de Jace fue de pura incredulidad. En realidad no había esperado
que ella aceptase, comprendió Clary con sorpresa; al cabo de un instante, ya la había cogido entre sus
brazos y la abrazaba contra él, con el rostro sumergido en los cabellos todavía alborotados por el sueño
de la muchacha.
—Clary…
—Vamos a la cama —dijo ella con dulzura—. Es tarde.
Se apartó de él y regresó al lecho, trepando a él y estirando las sábanas hasta la altura de su cintura.
De algún modo, mirándose así, casi podía imaginar que las cosas eran distintas, que habían transcurrido
muchísimos años desde ese momento y que habían estado juntos tanto tiempo que habían hecho esto un
centenar de veces, que cada noche les pertenecía, y no sólo ésa. Apoyó la barbilla en las manos y le
contempló mientras Jace corría las cortinas y luego se quitaba la cazadora y la colgaba en el respaldo de
una silla. Llevaba una camiseta gris pálido debajo, y las Marcas que le rodeaban los brazos desnudos
brillaron oscuramente mientras se desabrochaba el cinturón de las armas y lo depositaba en el suelo.
Desató las botas y se las quitó mientras se acercaba a la cama, y se tendió con sumo cuidado junto a
Clary. Tumbado sobre la espalda, giró la cara para mirarla. Por el borde de las cortinas se filtraba un
poquitín de luz, la suficiente para que ella viese el contorno de su rostro y el brillante destello de sus
ojos.—
Buenas noches, Clary —dijo él.
Sus manos descansaban extendidas a ambos lados del cuerpo, con los brazos pegados a los costados.
Apenas parecía respirar; ella tampoco estaba muy segura de estar respirando. Deslizó la mano a través
de la sábana, lo suficiente para que sus dedos se tocaran… tan levemente que probablemente apenas lo
habría notado de haber estado tocando a cualquiera que no fuese Jace; pero lo cierto era que las
terminaciones nerviosas de las yemas de sus dedos hormigueaban suavemente; como su las mantuviera
sobre una llama baja. Percibió cómo él se tensaba junto a ella y luego se relajaba. Había cerrado los
ojos, y sus pestañas proyectaban delicadas sombras sobre la curva de los pómulos. En su boca apareció
una sonrisa como si percibiera que ella le observaba, y Clary se preguntó qué aspecto tendría él por la
mañana, con el pelo despeinado y marcas de sueño bajo los ojos. A pesar de todo, pensarlo le provocó
una punzada de felicidad.
Entrelazó los dedos con los de él.
—Buenas noches —susurró.
Con las manos cogidas como niños de un cuento, se durmió junto a él en la oscuridad.


martes, 10 de septiembre de 2013

Con tan solo una mirada, me quita el sueño, me quita las ganas de comer, hace que mis ojos brillen,que mi sonrisa aparezca,que mis pómulos se enrojezcan.
Con tal solo una sonrisa, hace que mi cuerpo se anime, que mi corazón se acelere, que mi vista se nuble.
Con tan solo una caricia, ¿Que provocarías con tan solo un abrazo?  haces que mi mente te idealice
Con tan solo un beso, lograrías que mis brazos se entumecieran, que mi corazón saltara, que mis pensamientos volaran...
¿Sera eso posible? Amar tus miradas,Amar tus sonrisas y tus gestos.
¿Pero de que sirve esto? si no son más que ilusiones. Ilusiones de papel, apunto de quebrarse por la realidad...

Jamás he sido buena expresando mis sentimientos. Cuando hablo no logro decir lo que pienso, no hallo las palabras, cuando me enfado es lo peor ese sentimiento de impotencia al no hallar las palabras adecuadas a lo que quiero llegar...
No soy buena expresando las cosas. Cuando escribo, llego a la plenitud de mis sentimientos, cuando hablo no digo nada, cuando callo,ciego hasta mis sentimientos y cuando actuó, pienso mucho y las cago o no pienso y las cago.


sábado, 7 de septiembre de 2013

Confused

(...)que si mañana me ignora llorare y que si mañana me dice que volvamos o me aterrare y le diré que no sin decir razones o diré que si y actuare como si nada de esto hubiera pasado, si, soy una hipócrita de mierda(...)
Bueno dije que si o bueno, algo así y he actuado como si nada paso, me duele saber que ya no es lo mismo, que ya nada es lo mismo, pero a pesar de que no lo ame con todas mis fuerzas, lo quiero, me gusta, me siento bien a su lado. Cuando estoy con el me siento querida,ahora siento que lo utilizo, lo utilizo como todos los hombres con los que he estado. 
A pesar de que me gusta estar con el siento que no lo necesito, cuando estoy a su lado me hace feliz, cuando estoy lejos realmente no me importa lo suficiente, se que eso es algo malo, pero no lo puedo dejar... simplemente que el me hace escapar de la realidad, cuando estoy con el puedo olvidar todo el odio, desprecio,que me han ofrecido otras personas.
Se que el me quiere, últimamente lo he querido más,es un sentimiento extraño siento que me estoy enamorando, se que lo quiero más de lo que he querido antes y eso me aterra me confunde...Ahora me esta empezando a gustar otro, me confunden otras personas y es horrible este sentimiento,no sé si dejarlo, acobardarme y olvidar todo esto (al menos hacer el intento), o seguir, luchar por lo nuestro.
 hacerle frente a la inmensidad de sentimientos que me abordan, eso quiero...

jueves, 5 de septiembre de 2013

LOS ASTROS BRILLAN SOMBRÍAMENTE
ANTONIO
¿No quieres quedarte más ni quieres que vaya contigo?
SEBASTIÁN
Con tu permiso, no. Mis astros brillan sombríamente sobre mí.
La adversidad de mi destino podría quizás perturbar el tuyo,
así que te suplico que me dejes para que pueda soportar mis males a solas.
Recompensaría mal tu cariño si hiciese recaer cualquiera de ellos sobre ti.
WILLIAM SHAKESPEARE, Noche de Reyes